viernes, 24 de septiembre de 2010

Con la memoria perdida I

Un suspiro fue arrebatado de lo mas profundo de su pecho, la frustración volvía ha inundarla, ya hacia semanas que vagaba en ese estado, en esa inquietante incertidumbre, en ese asfixiante vacio de conocimiento al que no acababa de acostumbrarse. Hacia horas que había oscurecido, de hecho, no recordaba la luz del sol, o haberse centrado en ella en varios días, no había cesado su camino desde entonces, en parte presa del pánico y en parte desesperada por hallar una respuesta coherente a esa apariencia. La nieve apenas rozaba sus pies, la ligereza con la que andaba y la suavidad con la que sus pies se posaban sobre el suelo ya habían dejado de sorprenderla, cada movimiento por su parte era grácil y delicado, una sutil danza silenciosa a través del blanco y espeso terreno. Pero ya había dejado de cuestionarse tales banalidades, ni siquiera se había atrevido a mirar en su espalda, consciente de que aunque el peso era liviano, portaba sobre sus hombros un arma. De nuevo otro suspiro, lo cierto es que se debatía entre una profunda calma en la que descansar dejándose llevar por la idea de deshacerse de quien fuese o la misión que tuviera, o chillar, soltar un grito desgarrador y helado que la liberara de esa presión y la diese fuerzas para llevar acabo la difícil tarea de descubrir su identidad, con el riesgo de descubrir que esta, no le gustase. Unas rocas aparecieron en el desolado terreno, no había descansado en mucho tiempo, asique disminuyo la marcha y se sentó con las piernas cruzadas y con los ojos cerrados a esperar, a esperar un milagro o simplemente intentar dormir.

Le hubiera gustado pensar que su respiración regresaba a un ritmo mas normal, pero nunca dejo de estarlo, en realidad no se encontraba cansada, apenas era consciente de su propio peso y sus piernas no parecían estar tensas ni sobrecargadas tras la larga caminata, tal vez fuese consecuencia de la adrenalina que esos días recorría su cuerpo. Era el primer momento que estaba tranquila, abrió con dificultad ambos ojos y analizo el lugar, nada…no se veía nada, el horizonte era una fina línea cubierta de nieve que acompañado por un helado viento casi polar convertían su destino en algo mucho mas triste y desesperanzador de lo que ya de por si era. Inhaló con fuerza parte de ese frio viento que arañaba su rostro y su blanca piel para llenar sus pulmones y encontrar la sensación de despertar que necesitaba, tenia que ser sensata respecto a su situación y comenzar a aceptarla. Sus dedos temblaron un poco una vez su mente decidió el próximo movimiento, pero una vez tomaron el arco que llevaba sobre su espalda, lo sostuvieron con decisión, obligándose así misma a hacerse dueña de la realidad en la que estaba. Era un fino arco de una madera resistente y de un color cobrizo, tenia tallado en ambos extremos y a lo largo de todo el cuerpo, símbolos y escrituras imposibles de descifrar, ella frunció el ceño y se pregunto si realmente sabría como usarlo, acaricio con suma delicadeza el contorno de una de las flechas hasta llegar hasta la afilada punta, eran blancas y elegantes pensó, como si fuese una acción mecánica, coloco una de estas en el arco dándose cuenta de que eso era algo que parecía no haber olvidado.

Estaba absorta en el poder de aquel objeto, en como un refinado movimiento desprendía tanta energía y como tan pequeña acción la había hecho sentir parte de algo, le había transmitido en tan poco, algo tan valioso y le había dado las fuerzas necesarias para poder continuar aferrándose a esa idea. Los dedos que sostenían con gracia la tensa cuerda jugaron con esta mientras pensativa dudaba si desperdiciar una flecha en un símbolo de encuentro con ella misma. Seria una acción estúpida, pero sabia que iba a disfrutar cada segundo de aquel vuelo por el despejado paraje, seria feliz tan solo con ver hasta donde podía llegar e imaginar que ella misma llegaría tan lejos. Todos sus sentidos estaban puestos allí, en esa dura y fría roca sobre la que estaba, el viento había dejado de silbar y de magullar su pálido semblante, el silencio era exquisito, estaba dispuesta a disfrutar del insignificante segundo que tardaría en soltar la cuerda y dejar libre aquella flecha, con la esperanza de que tal ejercicio resonase en su vacia mente atrayendo alguna de sus memorias perdidas. Pero una voz ajena retumbo en aquella estancia, llenando el silencio y deshaciendo la calma. Ella se sobresalto y busco inconscientemente el origen de aquel brusco sonido. No muy lejos, la figura de un hombre se alzaba y imperioso portaba una espada en mano, fue en ese instante en el que se percató de que era ella misma quien le señalaba en actitud provocadora y se asustó en seguida apartando el arco de él, que en un primero momento pareció su objetivo. Su mente se lleno de ideas horribles, y adueñada de miedo y desconfianza, volvió a levantar su arma con decisión y pregunto.- quien eres? Y que haces aquí?

La visión de aquel hombre envainando su espada, la tranquiliza unos instantes y decide relajar el arco apoyándolo sobre sus rodillas sin apartar la vista de él, sigue sin fiarse, de todas formas, aun puede ser hábil en otros aspectos y aunque apenas ha tenido tiempo en descubrir muchas cosas de otros seres, sabe que no es necesaria una espada para infringir daño. Su cuerpo parece no inmutarse ante el avance de este nuevo desconocido, permanece inerte en su sitio y atento a las respuestas a sus preguntas, las cuales evade discretamente mientras pone en duda los objetivos de ella, e incluso su identidad. Parece sorprendido de encontrar a alguien de tales características en un lugar asi, aunque ella desconoce el porque, no le importa demasiado, si albergaba alguna esperanza de que este nuevo joven la conociese, queda totalmente desterrada, estaba tan perplejo como parecía estarlo ella. El chico se acerca aun mas guiado por una atrevida curiosidad y preguntándola si sabia donde se encontraban, revelando que aquel lugar que debería ser su procedencia debía de estar a muchísima distancia. Tenia razón, no sabia exactamente donde estaba, pero el echo de que lo preguntase era insultante, quizás no supiese quien era, ni de lo que era capaz, pero parecía tan confiado y seguro de si mismo, a caso la imagen que daba era de alguien tan vulnerable? El tatuaje que hacia unos días había descubierto surcando gran parte de espalda amenazaba con un ligero picor, a veces pensaba que tenia vida propia, y no solo ella se estaba sintiendo amenazada por este extraño.- quizás no viaje a mis tierras, tal vez venga de allí y mi destino sea uno muy diferente.- en un intento de parecer valiente, mis ojos recorrieron con rapidez su figura evaluando de quien podía tratarse.- y que hace un simple hombre en estas tierras? También podría decir que esta muy lejos de su casa.

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